NUESTRAS HERMANAS EN EUROPA
Crónica de viaje por Mauricio Ruiz
Era el 9 diciembre de 1997, invierno en Praga, República Checa, yo acababa de llegar a la ciudad con unos pocos dólares en el bolsillo que al convertirlos a coronas checas no alcanzaban para una noche de hotel.
El gélido invierno checo empezaba a hacer estragos en mi humanidad que tres días antes se bañaba en el Rio “La Vieja” en Cartago Valle, no sabía qué hacer, no sabía dónde ir , lo único que sabía es que debía procurar un tiquete de tren con dirección a Frankfurt (Alemania) donde mis amigos me esperaban.
Repentinamente, a pesar del frio, algunas de mis neuronas se descongelaron y recordé el sabio consejo que un amigo y compañero de viajes me había dado unos años atrás: “Cuando viaje y esté en problemas, busque las ollas, busque las putas”- decía él. Fue un alivio, fue reconfortante recordar este consejo que ya antes me había servido en lugares más difíciles, se hacía este parte de mi nueva sabiduría de los que viajan sin plata.
Dicho y hecho, guardé mi mochila en un casillero temporizado que por 5 coronas me permitía tener mis pocas pertenencias seguras por 24 horas, salí , con un pequeño mapa que en información turística regalaban , una chaqueta que para la ocasión parecía de mentiras y mi vieja cámara “kodakolor” de rollo a descubrir la ciudad , a encontrar a mis paisanas.
Las calles estaban casi desoladas, eran apenas las 4 de la tarde pero empezaba a oscurecer , sentía que el frio me penetraba los huesos, las orejas y la nariz se me iban a caer , caminé y caminé a orillas del Moldavia hasta la catedral de St Vitus y luego , después de unas cuadras mi búsqueda empezó a dar frutos, las calles se empezaron a poner feas , las tiendas empezaron a bajar de categoría , los restaurantes se empezaban a convertir en pequeños Bistros y los turistas se veían rápidamente reemplazados por dealers y junkies o más bien en mis palabras , jibaros y desechables.
Llegué a una cuadra de la cual no recuerdo el nombre y ahí estaban mis paisanas colombianas, eran ellas pereiranas, tulueñas y caleñas en su mayoría, una que otra dominicana, algunas asiáticas de género sexual dudoso y muchos, muchos travestis peruanos y ecuatorianos todos ellos dominados, controlados y explotados por algún chulo ruso o albanés.
Mi primer contacto fue Yolima, bajita morena , en sus veintes, oriunda de Chinchiná , me preguntó que hacia allá ya que no era el destino típico de los colombianos hombres que salían de Colombia a buscar trabajo en el viejo mundo , le conté mi travesía y que mi interés no estaba en hacer turismo en la república checa , solo que era una escala obligada para tratar de llegar al que en ese entonces era mi destino final en Alemania , ella parecía entender y como es costumbre con ellas se solidarizó con mi causa. Me dijo: “Si quiere se queda a dormir ahí en la colchoneta pero le toca esperar hasta la una que yo termine el turno”, así fue, espere en una sala de maquinitas que quedaba en la misma calle viendo jugar Street Fighter hasta que su ultimo cliente salió.
A la mañana siguiente “Yoli” me invito a desayunar, me contó mucho sobre el país en sus coloquiales palabras , me explico la compleja dinámica de su trabajo y algo de las leyes de extranjería que ellas empíricamente dominan, me explicó cómo funcionaba el metro y cuáles eran los principales sitios de la ciudad , me aconsejó que no me quedará mucho por ahí , que no me dejara ver de los albanos como ellas llaman a los albaneses , que si me veían por ahí me “levantaban” , que ese no era un logar para niños , raro considerando que yo era un poco mayor que ella, luego de pedirme algunos pequeños mandados y de arreglar su habitación me regaló el dinero suficiente para que pudiera continuar mi viaje , así , sin más ni más , me dijo que lo que me estaba dando era lo que ella se ganaba en dos días cuando el trabajo estaba bueno y era cierto , me dispuse entonces a salir de ese sector , agradecido con ella y con lo que en menos de un día me enseño de un país tan desconocido por los colombianos. Dentro de mí, le agradecí por haberme tratado como un hermano menor acabando de conocerme, por haberme mostrado la bondad desinteresada de muchas mujeres colombianas que sacrifican su vida y su juventud por dar un mejor futuro a sus familias , por patrocinar a sus hermanos que aquí en Colombia no trabajan simplemente porque tiene una hermana “en el otro lado”, a sus padres que les piden 4 o 5 millones de pesos mensuales a ellas porque si no, no les alcanza para vivir porque aquí todo está muy caro, a sus hijos que quieren los últimos tenis sin importar que ellas se los tengan que ganar con el sudor de la espalda , salí de su barrio agradeciéndole a muchas Yolis que dolorosamente representan uno de los mayores ingresos de divisas que entra a nuestro país después del narcotráfico , a ellas que son uno de nuestros principales productos de exportación.
Salí de su barrio con la dolorosa, claridad que la realidad nos muestra cuando nos quitamos los lentes de colores con los que pretendemos ver a nuestros familiares o amigos en el exterior , cuando se ve tan de cerca , el glamour se pierde y solo queda el olor a ambientador barato mezclado con el olor de una toalla mojada secandose en un calefactor y una cesta de basura con papel higiennico y condones usados por ellas , nuestras hermanas colombianas .
Estación Praha hlavní nádraží
Después de llegar a la estación del tren y retomar mi viaje , tuve la experiencia de vida que mas me ha marcado a lo largo de los años , pero esa es otra historia , esa será otra crónica de viaje.